Recibo un mail de mi amiga Vaquita que me pide que la recomiende para un puesto de trabajo.
La chica que te llamará se llama T de la empresa se llama XX. No se qué tipo de preguntas te harán. Con que digas que ni me drogo ni bebo en exceso creo que bastará. Te he localizado por Facebook y no compartimos ni ovillos de lana ni comidas llenas de cotis.
Ahí te mando el párrafo donde aparece mi experiencia contigo. Como ves, escueto:
• Assistant del Departamento de Filigranas y Remiendos
• Recepcionista y para cañonazos
Como efectivamente fui su jefa durante un breve y azaroso periodo de tiempo, el favor es mínimo.
Esta mañana suena el teléfono:
―¿MM?
―Mismamente.
―Mire que estamos haciendo el proceso de selección de la señora Vaquita y nos ha pasado su nombre para que nos dé algunas referencias.
―Vaquita, hmmm. Sí, la recuerdo, claro, una chica muy maja, efectivamente, trabajó conmigo una temporada, hace muchos años….
―Era su assistant, ¿no?
―¿Taxista? (hay ruido de fondo y no oigo bien)
―Sí, eso pone en su curriculum. Assistant.
―¿Pero cómo taxista?
―“¡SU ASSISTANT!”: Assistant del Departamento de Filigranas. Eso dice.
―Ahhhh, síííí, claroooo, eso sí. (Glups, sí que empiezo bien). Yo llevaba el Departamento y ella estaba en recepción y entonces hubo una vacante y como era una chica muy resolutiva, muy eficiente, hablaba varios idiomas y daba hasta volteretas, pedí que subiera a ayudarme.
―¿Y trabajaba bien?
―Huy, maravillosamente. Cosa mala.
―¿Y volvería a trabajar con ella?
―Me lo ha quitado de la boca.
Bueno, parece que lo he arreglado. Llamo a Vaquita.
―Vaquita, me debes un pack de yogures.
―Qué rapidez, si acabo de llamar a la chica.
―Pues ya ves. Te he dejado a la altura de la luna.
―¿Qué le has dicho?
―De todo y más.
No tengo más remedio que explicarle la confusión. Se mea.
―No sé qué me ha pasado, se me han cruzado los cables.
―!Jaja! En cualquier caso, mentiras no has dicho ni una.
―Ni una, efectivamente. He sido la sinceridad personificada. Por cierto ¿le has dado más nombres para que llamen?
―Bueno, el de Don Llagosto no, que está el señor muy mayor y además la tendría tres horas al teléfono y me sabe mal por ella.
―Qué buena eres. Además, Don Llagosto fue a tu boda. Claro que yo también fui... ¡Cuánta corrupción!
―Total.
―¿Y tu otro jefe, Don Tamagotchi?
―Sí, ese sí. Pero le tengo que avisar.
―Sí, mejor avísale, no vaya a decir una barbaridad. Que si yo siendo tu amiga te he confundido con El Fary, él es capaz de decir que eras la que llevaba el camión.
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Que no hay manera de leer algo tuyo y no reírse...
ResponderEliminarDon Tamagochi tendrá la llamada de RadioTaxi esta misma tarde...A ver como me deja!!!!
ResponderEliminarPor si acaso, que Don Tama conecte el Sonotone.
ResponderEliminarYo juro que le he puesto mi buena voluntad pero fíjate lo que me ha salido. Una perla propia!