Desayuno con diamantes


El viernes en el trabajo tenemos jornada intensiva y quince minutos de descanso. Siempre voy a la misma pastelería, leo el periódico, como algo,  los pasteles y los bocadillos están buenísimos, y además no se puede fumar. Siempre voy sola porque disfruto sobretodo de la tranquilidad, a esa hora no suele haber nadie pero hoy sin embargo hay tres ancianas tomando un café. A punto de hincarle el diente a mi suculento bocadillo, una de ellas suelta sin avisar:
—Pues a mi me quitaron la vejiga entera, lo removieron todo, y me la volvieron a poner en su sitio...
SEÑORA POR FAVOR, QUE ESTOY COMIENDOOO!)
—...y al año siguiente, un metro de recto. ¡¡Un metro de recto entero me tuvieron que quitar!!
Intento concentrarme en el periódico: el Rey abre una ronda de contactos por la crisis, lluvias en Haití agravan los problemas, Clinton hospitalizado, huy paso página, ya tengo bastante con la extracción de recto. Hasta los croissants se están quedando tiesos. La señora cambia de tema. Toca el recuento de fallecidos. Fantástico, vamos mejorando, ahora sí que me va a sentar bien el desayuno. Ella en cambio está la mar de feliz:
—Ay, qué contenta estoy de haber hablado con ustedes, qué falta me hacía comentar mis cositas.
Acabo el bocadillo y me voy. Sus cositas sus cositas.....

De profesión, asistente de secretaria

Le encargo a Tontina, la secretaria del departamento, que compre un ejemplar de la revista Chimpom. Dos días más tarde (rápida ella), me llama desde su mesa y me dice que no la encuentra.
—¿Seguro que existe?
—Sí mujer, claro que sí.
—Es que en la librería me dicen que no existe.
—Bueno, no te preocupes. Míralo en la página web de la editorial (le digo el nombre) y ahí la compras.
—¡Vale!
A la media hora, me llama.
—Que no existe, ya te lo he dicho. Sólo aparece el álbum de cromos.
—Imposible, Tontina, yo sé que existe.
—No está, sólo sale el álbum. Pero si quieres en la librería tenían el DVD.
—Pues no, el DVD no lo quiero… ¡Necesito la revista!
—Pues no existe, de verdad, que te habrás equivocado.
Vamos a ver por qué no lo encuentra si yo lo vi hace unos días. Entro en la página web que le he dado. Ahi mismo en la home encuentro un link que dirige a las revistas. La llamo.
—¡Pues yo no lo he encontrado!
—Pues yo sí.
—No puede ser, que a mi no me sale.
—Bueno, vamos a ver. Estás en la página, ¿no? Pues usa el buscador.
—¿A quién?
—A ver, Tontina. ¿Ves un recuadro arriba a la derecha que pone "buscar"?
—Hmmmm, ¿buscar como el verbo buscar?
(—No, buscar del verbo se me están hinchando las pelotas!)
—Arriba. A la derecha. Un recuadro. Rectangular. Y al lado unas letritas B-U-S-C-A-R, ¿lo ves?
—Ah, síiiii. Claro, eso sí.
(Ya, claro, eso sí...) Muy bien. Ahora escribe Chimpom, y aprieta la tecla intro con todas tus fuerzas.
—Vale. Espera..... Oye, que no me sale, ¡¡me vuelve a salir el álbum!!!
—Pues a mi me salen 14 resultados, entre ellos 4 números de la revista.
—¡¡¡No puede ser, no existe!!!!
—Coño Tontina, que lo tengo en pantalla....
—Bueno, voy a ver cómo lo has hecho, no te muevas.
No me muevo, porque si me muevo cojo el teclado y se lo estampo en la cocorota. Llega y le enseño mi pantalla:
—Ostras pues sí.  ¿Cómo lo has hecho?
—Pues así y asá.
—¡¡¡Aaaaaaah!!! !Que tú lo has mirado en la página web!
—Hmmmm, pues sí, sí. Ahí mismo. (POR DIOS, ¿¿¿¿Y TÚ DÓNDE????)
—Vale, muchas gracias. Voy a ir a la librería y lo vuelvo a preguntar.
—Eso, hija, ve a la librería y no vuelvas.




¡Virgencita, dame paciencia!

Lío gordo

El taxista ha hecho amago de pararse sin esperar a que yo levantara el brazo y eso me mosquea un poco, pero ya estoy dentro.
— A Borrell, entre Mallorca y Provenza.
— Borrell Mallorca, de acuerdo. Por ahí la calle Borrel sube, ¿no?
Sin esperar a que se lo confirme, continua.
— Por que si fuera más abajo, la calle baja. Pero como es arriba, sube, así que nada, vamos pa’llá.
— Exacto.
— Pues oiga, que le digo yo que menos mal que va pa’rriba, que si llega a ser pa’bajo, menudo lío con las obras que hay…. Que ya no sabe uno por dónde ir. Que que no pasa ná y yo ya sé lo que hacer, pero menos mal que ma dicho Mallorca Provenza, porque me llega a decir Valencia o Aragón, y nos metemos en un lío gordo.... porque Borrel baja a partir de Aragón…
— Ya ya…
— … pero de Mallorca pa'rriba ya sube, y da la casualidad que ud vive ahí, y yo me sé el percal así que nada, que vamos bien...

— Hmm, sí...
— pero que si ud llega a vivir más abajo, tendríamos que dar toda la vuelta a la manzana para coger su calle, pero que no es su calle, porque ma dicho que va a Borrel entre Mallorca y Provenza, ¿no?
— Pues sí, eso he dicho sí…
— Pues nada no se preocupe, que vamos bien, que yo eso ya lo conozco, que el otro día ya pasé por ahí con otro cliente y me pasó lo mismo, vamos que no pasó ná, porque por suerte también vivía pa’rriba y lo dejé la mar de bien en su casa.
— Hmm, qué suerte…
Llegamos por fin. Son 8 euros con 70 y le doy un billete de 10.
— Oiga, ¿y no tendrá ud suelto?
— Tengo los setenta céntimos...
— No, no déjelo, que eso no me arregla ná.
— ¡Hombre, si le doy los setenta, usted me devuelve dos euros y ya está!
— No, no, que no, déjelo que yo ya me apaño, mire le doy 2 con 30 y en paz.
— Bueno bueno, pues no insisto, en paz me voy.











Cartelito doblemente disuasorio