La P ha decidido por fin darse de baja de Jazztel, después de infructuosos intentos de obtener un router wifi. Le contesta un operador con nombre de personaje de telenovela, y tan largo como un episodio entero. Después de las preguntas descritas en perlas anteriores, y avisarle de que la conversación se está grabando, llega al meollo de la cuestión:
—¿Y por qué se quiere dar de baja, si no es mucho pedir, teniendo en cuenta que lleva con nosotros tantísimos años?
—Pues precisamente por eso. Porque a pesar de estos tantísimos años de estrecha aunque no muy fructífera relación, ha venido la competencia y me ha hecho una oferta que en la vida me habéis hecho.
—Ah bueno. En ese caso, le paso con Servicios Especiales.
¿Servicios Especiales? ¿Serán los Geo que vienen a por mi? —piensa la P. para sus adentros mientras le pasan al nuevo teleoperador:
—Buenos días, señor P. Me reporta mi compañero de Servicios Básicos que ud. se quiere dar de baja con nosotros porque le han hecho una oferta mejor.
—Efectivamente, pero ya ni mejor, simplemente me han hecho una oferta.
—¿Podría indicarme si fuera tan amable qué tipo de oferta?
—Pues me han ofrecido eso, aquello y lo de más allá.
—Permítame un segundo.
Se oyen ruidos, como de rascarse la cabeza.
—Le informo que he desconectado la grabación, puesto que tengo la posibilidad de ofrecerle el mismo precio y condiciones que le ofrece el otro operador.
¡Ah. vaya! ¡Con que esas tenemos! ¡Competencia desleal! ¡A buenas horas mangas verdes¡ ¡Cuándo las barbas de tu vecino veas cortar...!  !A perro flaco todos son pulgas¡ Ah no, esa no....
—Pues mire, no me interesa. Haberme dado lo que les he pedido tantas veces.
—Bueno, bueno, pues espere un momento que vuelvo a conectar la grabación.
¡Pues mira tú qué bien!

El pollo solo

Volvemos la P y yo de casa de mi padre, un domingo por la tarde, con un cuarto de pollo a l'ast que ha sobrado del mediodía. Llueve y hace frío. Le digo a la P: «Oye, ¿y si le regalamos el pollo a alguien que lo necesite?» Al poco rato, vemos a un homeless que está instalado en una sucursal bancaria con todos sus bártulos.
—¡Hola! Oiga, ¿le apetece un trozo de pollo, que nos ha sobrado de la comida?
—Hmmm pues no sé... ¿pollo?
—¡Sí! Está muy rico. Es de hoy.
—Ya... bueno. ¿Y con qué viene?
—Hombre, pues no viene con nada. Es un pollo a l'ast mondo y lirondo.
—Bueno. Pues sí. Démelo. Pero eso de que no lleve nada, no sé yo...


El Turrón del Hipercor

Paso por caja en el HIPERCOR, 80 € me he gastado... Buff, quizás se me ha ido la mano, si yo venía a comprar tres cositas de nada... Por si acaso, reviso el el ticket. A ver, queso de burgos, poleo-menta, congelados, galletas de cereales, hamburguesas bio, yogures 0%, turrón guirla, Flora... Un momento, ¿¿qué es esto?? ¿¿Turrón guirla?? ¿¿YO?? ¡Pero si odio el turrón! Y guirla será guirlache que no sé bien qué es, pero suena a estas cosas que se te pegan en los dientes y que no soporto.
Vuelvo a la caja:
—Oye, mira, ¿qué es esto? Yo no he comprado nada de turrón.
—Huy, si no te importa, habla con mis compañeras de Atención al Cliente.
Cojo mi bolsa y para allá que me voy.
—¿Qué desea?
—Pues mira, que en el ticket sale que he comprado un turrón de guirlache pero no es verdad. No he cogido turrón, mira, aquí traigo toda mi compra.
—Bueno, mujer, eso debe ser que el código está equivocado, a veces ocurre.
En eso, se acerca otra chica:
—¿Qué pasa?
—Pues que a esta señora le aparece un turrón en la cuenta y según ella no lo ha comprado.
—Andaaaaaa, eso mismito que me estas contando me pasó a mi el otro día, que aparecía una cosa y era otra. Seguro que has cogido algo de la misma sección, una tableta de chocolate, o unas galletas o un pastel de nata, y se trata de un error en el código.
—Que noooo, que no he cogido nada de chocolate, ni de nata, ni galletas. Mira mi compra qué triste, que todo lo que he comprado es light o bio...
—Pues entonces lo tendremos que comprobar uno a uno.
Desparramo mi compra por el mostrador.
—Mira, 25 artículos y ninguno se parece ni de lejos al turrón.
—Vamos a ver el ticket, cuántos tiene.
—Aquí pone: “Artículos 26”.
—Huuuuy, yo lo cuento que del ticket no me fío un pelo.
—Pues si no tú te fías tú, hija mía...
—Es que a veces ... Mira, sí, sí, 26 artículos, es verdad. A ver, volvamos a contar lo que has comprado por si se nos ha escapado algo. Ay pues sí, 25 solamente. Qué raro. Voy a avisar a mi jefa.
Aparece la Jefa:
—¿Os puedo ayudar?
—Mira, que a esta señora le hemos cobrado un turrón pero dice que no lo tiene.
 —Ah, pues no pasa nada. Vete a buscar uno y se lo das.
—Que no es que no lo tenga ni lo deje de tener: ¡es que no lo he comprado ni lo quiero para nada! ¡Ni siquiera me gusta el turrón! Además ... estamos en Mayo, que si fuera Navidad, todavía….
—Ah, ya te entiendo... Pues raro es lo que me dices, porque la máquina no se equivoca nunca.
—¿Cómo que no se equivoca nunca, si aquí tus compañeras dicen que pasa mucho y que no se fían un pelo del ticket?
Hace como que no me oye. Cuenta de nuevo mis artículos, vuelve a repasar el ticket, y me mira:
—Es extraño… muy extraño. Pero ¿sabes lo que te digo? Vamos a encontrar el error, tú no te preocupes, que te lo digo yo. Hasta que no hayamos visto de qué se trata, no pararemos, indagaremos hasta donde haga falta.
A todas esas, llevamos 20 minutos y se me está descongelando el atún.
—Mira, ¿y qué te parece si me devuelves el dinero y luego tú si quieres montas un dispositivo policial?
—Ah, bueno, pues si quieres. ¿Y seguro que no prefieres llevarte el turrón?
—¡¡¡NOOOOOOOO!!!!

Leyes y leyendas

Una leyenda urbana que corre por ahí cuenta que un señor fue al Corte Inglés a comprarse una lavadora, vio una marcada con un precio erróneo, y el empleado no tuvo más remedio que venderle la lavadora por diez pesetas o algo así (digamos que la leyenda tiene sus años).
El otro día voy a una perfumería a comprar unos aceites esenciales para hacer masajes. En el último momento, decido obsequiarme con una crema de Manteca de Coco que me recomienda la vendedora con mucho entusiasmo:
—Huuuy, esta crema va fantástica. Mi hija la usa en el pelo, yo no, que me da pereza porque es un engorro, pero ella la usa cada semana y tiene un pelo .... bufff, ¡¡¡increíble!!!
—Ya.
—Y mi suegra, que tiene mucho pecho, la usa aquí debajo de los aros porque le rozan mucho y se le irrita la piel, y desde que la usa, tiene la piel mucho mejor.
—Ya, ejem, qué interesante.... bueno venga, me la llevo también.
Se va a la caja, y me dice el total.
—Son 40,45 €.
Le paso mi VISA, pongo el pin, y mientras esperamos que salga el papelito, calculo mentalmente el total... Hmmm, algo falla.
—Oye, ¿cuánto me has cobrado?
—Pues mira 24 de los aceites y 16,45 de la Manteca de Coco.
—Pues es que en el escaparate pone 14,55.
—Huuuuuy vayaaaa... pues eso es un error, ya se lo diré al jefe que lo cambie porque está mal.
—En teoría me tendrías que estar cobrando eso....
—Bueno, no te preocupes,  que ahora mismo quito la etiqueta y pongo la buena.
—No, si yo no me preocupo. Lo que te digo es que según la ley de consumo deberías cobrarme lo que pone ahí.
—Pues mira, es que no te puedo devolver el dinero, porque como ya te lo he cobrado, pues claro, no puedo cambiarlo...
—A ver, buena mujer. Es que si no me lo hubieras cobrado ya, no tendríamos este problema.
La buena mujer suspira y coge la calculadora.
—A ver, es que ahora no te lo puedo devolver... cuánto es la diferencia... 14, 55 menos 16,45 son... ay no, al revés, 16,45 menos 14,55 son... pues son un euro con noventa, a ver si encuentras algo con este precio y te lo llevas y ya está.
—¿Algo de 2 euros? Pero si lo más barato que tenéis aquí son 4 euros. ¿Qué quieres que me lleve? ¿Un tapón?
—Bueno, pero si pones algo más, ya te lo llevas y eso...
—Es que no quiero nada más.
—Bueno, no, claro... en ese caso, mejor si te doy el dinero, ¿no?
—Efectivamente.
Abre la caja, coje 1,90 y me lo da a regañadientes.
—Bueno, pues adiós. Hasta otra.
—Eso, hasta otra.
Y vale, igual esto no llega a la categoría de la leyenda urbana del Corte Inglés, pero a cambio me sirvió para sacarme de la manga la mención a la ley de consumo. Porque si tengo que ser sincera, no tengo idea de si existe o no.

Dietas milagro

Llevo más de dos meses a dieta y todavía tengo para un par de semanas más. Es lo que hay. Las dietas milagro no existen, ¿o sí...?

Ayer en Uñas Ana, me toca al lado a una chica un poco entrada en carnes. Le están pintando las uñas de los pies de color azul oscuro, y tiene a su perro chihuaha entre el bolso y el móvil, que no deja ni un instante. De repente entra otra llamada y oigo que dice:  

¡¡¡Holaaaaa!!! ¡¡Qué tal!! ¿¿Quieres quedar mañana para cenar?? Ohh, pero yo no puedo comer mucho. Es que estoy a dieta. He empezado hoy. Y no creo que para mañana hay acabado...

Lío, lío que yo no he sido


Llamo a María Paquetes porque me reclaman unas muestras que se supone que se enviaron en Enero.
—Hola Mari Pack, ¿me puedes mirar qué día se mandaron las muestras a POM?
—Ahora te lo digo.
Al rato me llama.
—Pues oye, no se han mandado porque en el mail que me pasaste decías ”dirección pendiente”.
—Ya, pero al día siguiente, el 16, te mandé otro mail con la dirección.
—Yo el día 16 tengo uno que dice “dirección pendiente”.
—Ese es el del día 15.
—Bueno, sí, 15 ó 16, qué más da….
—Hombre, pues claro que da. ¡Son dos mails distintos!
—¿Y tú estás segura de que me lo mandaste, el del 16? ¿Lo tienes ahí?
—Pues claro que lo tengo aquí, en la pantalla delante de mis ojos está, claro y diáfano.
—Ah pues no sé, voy a buscar de nuevo. Día 15, este no, este no, este no, a ver, día 16, eh… oye, ¿es uno que empieza por dieciséis mil quinientos ochenta y cuatro?
—¿Eing? Pues no. Es uno que dice “Te paso la dirección de envío que faltaba”.
—A ver… Aquí veo uno que dice “Te paso la dirección de envío que faltaba, calle no sé qué, Nueva York”, pero no sé si es el que tú dices.
(Suspiro…) Pues sí, Mari Pack, es justo ese.
—Vale, vale. Pues ya las mando eh, es que no lo había visto.
—De acuerdo, no pasa nada. Paso el aviso de que las mandas hoy.
—Sí, sí, esta tarde lo hago. Es que antes no pude, porque como me dijiste pendiente, pues claro, no las podía mandar.

¡¡¡OLÉ TUS HUEVOS!!!!

Cliente muy insatisfecha

Soy cliente de Orange desde hace muchos años. Como ya he explicado en otros posts, me dan bastante por culo las llamadas de otras compañías ofreciéndome maravillosas condiciones para que me cambie ya que hasta hace una semana yo era una clienta feliz. Desde el lunes pasado, soy una clienta enfadada, muy enfadada.

Lunes 20 de febrero
Hacia las 3 de la tarde, me quedo sin conexión y por la noche llamo a Atención al Cliente. Después de teclear mi número de teléfono, confirmarlo con un 1, y volver a confirmar con otro 1 que el 1 anterior era correcto, me avisan de que la conversación puede ser grabada, y me contesta un agente:
―Buenas noches, dígame por favor el número de teléfono para el cual quiere hacer la consulta.
―93xxxxxxx.
―¿Y su nombre?
―M.
―¿Es ud la titular?
―Sí. Yo misma.
―Dígame, ¿en qué puedo ayudarla?
Después de hacer un par de verificaciones, el agente me dice que no puede hacer nada y que me llamará un técnico, prometiéndome que en menos de 72 horas tendré conexión. Dejo mi número de móvil, un horario de contacto y cuelgo.
Al colgar el agente, me sale el aviso de que me van a hacer una corta encuesta, pero no está operativa así que cuelgo.

Viernes 24 de febrero
No me ha llamado nadie, así que llamo yo nuevamente.
―Buenas noches, dígame por favor el número de teléfono para el cual quiere hacer la consulta.
―93xxxxxxx.
―¿Y su nombre?
―M.
―Es ud la titular?
―Sí. Yo misma.
―Dígame, en qué puedo ayudarla.
Doy mi número de incidencia y le explico al agente que no me ha llamado nadie todavía.
―Aquí dice que sí que han llamado, y dos veces.
―¿Ah sí? Pues yo no tengo ninguna llamada perdida. ¿A qué número han llamado, si puede saberse?
―Al 6xxxxxxx.
―Pues no habéis acertado ni uno, ese no es mi número.
―Oh, pues es lo que pone aquí. Deme el número y pongo una nueva nota. Le llamarán mañana sábado, entre 8 y 10 de la noche, no se preocupe.
Al colgar el agente, me sale la encuesta. Afortunadamente para él, no está operativa así que cuelgo.

Sábado 25 de febrero
Llamo a mediodía y me prometen que por la noche me llamarán.

Domingo 26 de febrero
El sábado no me llama nadie y el domingo obviamente tampoco. Cargada de paciencia, vuelvo a llamar por la noche.
―A ver, no la llamaron ayer porque los sábados los técnicos no trabajan.
―Ah, que los técnicos no trabajan el sábado, claro, claro. ¿Y sus compañeros que me atendieron viernes y sábado no me lo podían haber dicho?
―Bueno, no sé qué le habrán dicho mis compañeros, pero es así. Si quiere dejo nota de que la llamen mañana lunes. Entre 8 y 10.
Le digo que sí, respiro profundamente y cuelgo.

Lunes 27 de febrero
El lunes a las diez de la noche, no me ha llamado nadie. Marco de nuevo.
―Buenas noches, dígame por favor el número de teléfono para el cual quiere hacer la consulta.
―Pero a ver, que lo acabo de marcar. ¿Para qué pedís que marque el teléfono si luego no sirve para nada?
―Sí, lo sé, pero tiene que decírmelo. Es el protocolo.
―93xxxxxxx.
―¿Y su nombre?
―Mi nombre es M y sí soy la titular y sí estoy un poco nerviosa y sí estoy perdiendo la paciencia.
―Bueno, tranquila mujer, voy a ver qué pasa…. Veamos, aquí dice que la han llamado dos veces y que no la han encontrado. No dice nada más.
―¿Cómoooo?
Empiezo a mosquearme. En serio. Y cuando me mosqueo soy muy, pero que muy perra.
―¿Me estás diciendo, pedazo de agente, que lo que yo hablé el viernes, el sábado y ayer con tus compañeros no ha quedado anotado?
―Aquí no dice nada. ¿Seguro que llamó?
(¿Seguro que quieres que te parta la cara?) ¡¡¡Pues claro que estoy segura!!! ¿¿Qué crees, que me lo invento?? A ver, estas conversaciones las grabáis ¿no? ¡¡Pues vete a ver si he llamado o no he llamado!!
―Bueno, espere, espere, mujer, tranquila, voy a ver qué pasa.
Me deja con la musiquita. Lo que faltaba para cabrearme del todo. Al rato vuelve:
―Oiga mire, lo que sucede es que los técnicos han visto que el problema no es de la línea suya interna, sino que es un problema de fuera, más complicado, ¿ud me entiende?
―Pues no, no te entiendo. ¿Qué me quieres decir?
―Pues que aunque el técnico llame, no se lo va a resolver porque es algo de fuera, no es de su línea, sino que está en la calle, como que hay que encontrar el problema y localizarlo.
―Y buscarlo y hallarlo, yo también sé muchos sinónimos… ¿Y esta operación Indiana Jones, cuánto tiempo tarda?
―Mire, estoy dejando nota de que la llamen con prioridad máxima.
―¿Y la nota la dejarás como la de tus compañeros o la grabas a la piedra?
―Que ya verá como se soluciona rápido, si pongo prioritario seguro que mañana llaman, porque saldrá como prioritario y se lo resuelven enseguida. ¿Me entiende?
―Pues no. ¿No me acabas de decir que aunque me llame el técnico, no podrá resolverlo porque tiene que ir a buscar el problema a no sé dónde?
―Mire, yo le doy el número de inciden….
PiPiPi.
¡¡¡Me ha colgado!!! Me salta la encuesta y esta vez sí que está operativa. Al agente lo pongo a caldo, lo siento, pero le ha tocado a él.
Me tomo una tila y vuelvo a llamar.
La primera vez me cuelgan.
La segunda vez me cuelgan.
La tercera vez me cuelgan.
Me parece que la encuesta ha hecho su efecto, aunque no el deseado.
Espero un rato y llamo de nuevo. Son las 11 de la noche y llevo una hora al teléfono.
―Buenas noches, dígame por favor el número de teléfono para el cual quiere hacer la consulta.
―Mira, mejor que te avise. Estoy muy pero que muy enfadada. Estoy a punto de quemar el router así que en el momento que me digas “En qué la puedo ayudar?, espero que se verdad.
―Sí, no se preocupe. A mi realmente me preocupa el servicio que doy.
Le hago un resumen pormenorizado. Localiza mi incidencia y me va leyendo el resumen oficial. No tiene nada que ver con el mío.
―Mira, entre el día 20 y el día 27 que es hoy, vas a apuntar todo esto que te digo.
Oigo como teclea a toda velocidad. Luego me lo lee. Parece una declaración policial.
―Bueno, ahora voy a ver qué pasa, espere un momento, le pongo musiquita, no se retire.
La canción me pone de los nervios, me altera, me da ganas de asesinar a alguien. Afortunamente no tarda mucho:
―He hecho algunas comprobaciones y lo que sucede es que su Router no funciona.
―A ver, ¿cómo es eso? ¿Tú solita has visto que el Router no funciona? ¿Y tus compañeros anteriores, incluido el que me dijo que el problema estaba oculto por las calles, no lo han podido ver? ¿Qué pasa, que tú eres más lista?
―Pues sí, es lo que puedo comprobar desde aquí por el sistema y yo no me equivoco.
Me promete, me jura y me perjura por su santa madre, que el martes me llamará un técnico.

Martes 28 de febrero
Mientras estoy escribiendo esto, suena el teléfono. Es el técnico. Aleluya. Estoy por cantarle la canción durante diez minutos a ver si le gusta y decirle que se espere. Pero no lo hago, le dejo hablar, a ver qué me cuenta:
―Mire, soy el técnico de Orange. Me han pasado su expediente y he verificado. Aquí dice que desde el día 20 no tiene ningún problema.
―¿¿¿¿Perdón????
―Por lo que yo veo, desde el día 20 ya no tiene cortes.
―¿Pero qué cortes ni qué nada? Yo lo que no tengo desde el día 20 es conexión a Internet.
―Pues aquí la incidencia se hizo por cortes y desde el día 20 que no hay cortes.
―Mira, te aviso. No estoy para bromas. Yo te diré lo que pasa y tú escuchas.
Después de escucharme , me dice:
―Bueno, mira. Vamos a hacer unas comprobaciones.
―Perdona, pero estas comprobaciones fue lo primero que hicimos.
―Ya, pero no me fío de lo que hacen los agentes.
―¿Que no te fías? Pues no sé porqué....
Después de media hora haciendo comprobaciones con el cable Ethernet y con los varios dispositivos que tengo en casa, sigo sin tener acceso.
―Bueno, mira. Me temo que lo que pasa es que el Router no funciona. Esa es la única explicación.
No me lo puedo creer. Dos horas moviendo cielo y tierra para que al final sea el Router y la agente lista del día anterior tuviera razón.
En fin. Me dice que me mandan uno nuevo y le doy la dirección de la oficina, ya que en casa es difícil encontrarme.
―Voy a ver si se puede hacer el cambio, espere un momento…. De acuerdo, cambio la dirección. En menos de 48 horas recibirá el paquete.

Jueves 1 de marzo
Por la mañana, no recibo nada. Llego a casa a mediodía y me encuentro una nota de Courrier Express. Han pasado y no me han encontrado. Por supuesto. ¿Qué esperaba?

Viernes 2 de marzo
Llamo al servicio de Courrier y pido que me manden el Router a la oficina. Como es el mismo Código Postal no me ponen demasiadas pegas. Lo recibo a mediodía. Hacia las 5, suena mi móbil.
—Mire, llamo de Orange, de logística. Que llamo para verificar si ha llegado su Router.
—Pues en varios tiempos, pero sí, ha llegado.
—¿Está ud en su casa?
—Pues no, hasta las 8 no llego a mi casa.
—De acuerdo, pues a las 8h15 la llamo yo mismo y la ayudo a configurarlo.
A las 10 no me ha llamado yo, así que allá voy.

―Buenas noches, dígame por favor el número de teléfono para el cual quiere hacer la consulta.
―93xxxxxxx.
―¿Y su nombre?
―M.
―¿Es ud la titular?
―Sí. Yo misma.
―Dígame, ¿en qué puedo ayudarla?
Parece que esta vez me ha tocado a la Top Ten de las Agentes. Aunque tardamos un poco, al final conseguimos conectarnos. 
―Oye, de verdad, muchas gracias. 
―No te preocupes, es mi trabajo, te voy a pasar con la encuesta. Buenas noches.
―De acuerdo. Buenas noches.
―Te paso, no cuelgues... ..... Ah pues mira, parece que no está operativa.
―Pues lástima. ¿Pero sabes qué? Te pongo un diez.