Desayuno con diamantes


El viernes en el trabajo tenemos jornada intensiva y quince minutos de descanso. Siempre voy a la misma pastelería, leo el periódico, como algo,  los pasteles y los bocadillos están buenísimos, y además no se puede fumar. Siempre voy sola porque disfruto sobretodo de la tranquilidad, a esa hora no suele haber nadie pero hoy sin embargo hay tres ancianas tomando un café. A punto de hincarle el diente a mi suculento bocadillo, una de ellas suelta sin avisar:
—Pues a mi me quitaron la vejiga entera, lo removieron todo, y me la volvieron a poner en su sitio...
SEÑORA POR FAVOR, QUE ESTOY COMIENDOOO!)
—...y al año siguiente, un metro de recto. ¡¡Un metro de recto entero me tuvieron que quitar!!
Intento concentrarme en el periódico: el Rey abre una ronda de contactos por la crisis, lluvias en Haití agravan los problemas, Clinton hospitalizado, huy paso página, ya tengo bastante con la extracción de recto. Hasta los croissants se están quedando tiesos. La señora cambia de tema. Toca el recuento de fallecidos. Fantástico, vamos mejorando, ahora sí que me va a sentar bien el desayuno. Ella en cambio está la mar de feliz:
—Ay, qué contenta estoy de haber hablado con ustedes, qué falta me hacía comentar mis cositas.
Acabo el bocadillo y me voy. Sus cositas sus cositas.....

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