Salgo ayer a la calle en plena canícula. Hay poca gente caminando a estas horas. Intento protegerme del sol caminando debajo de los balcones. De repente, algo llama mi atención: en medio de la acera, dos cosas negras a un metro de distancia la una de la otra. Parecen dos sombreros de bruja... o ropa interior con encage, ¿serán unas bragas? Al acercarme, me doy cuenta de que son dos medias abandonadas. Por lo visto, alguien tenía mucho calor... ¿Pero tanto como para quitarse las medias y dejarlas en medio de la calle? Yo también me muero de calor estos días y no por eso me quito la ropa y la dejo por ahí tirada… No puede ser. Miro hacia los balcones, igual se le han caído a alguien, pero no, ni rastro de ropa colgada por ningún lado.
—Anda, mira, ¡una chica que se ha quitado las bragas!
—Mujer, ¿cómo se las va a quitar? Se le habrán caído…—¿Tú crees? ¿Mientras andaba?
—No puede ser...
—Pues pobreta.
—Pues sí, porque mira que ir sin bragas…
—Es que hace mucho calor.
—Ni que lo digas.
Y entonces pienso: ¿y esa pobre chica, según ellas, llevaría dos bragas? Claro, ¡así no me extraña que tuviera calor!
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