Sin comer y sin reir

Desde que se empezaron a instalar por mi barrio centros de uñas regentados por chinas, he debido probar unos cinco o seis. El que más me gusta es uno que se llama Uñas Juana, porque tiene unas butacas la mar de cómodas. El español de Juana es limitado, y aunque lo compensa con una gran sonrisa, no suele extender su conversación  más allá de ¿qué hacel tú? o ¿qué colol quelel? No es de extrañar que acabe armándose este lío una señora que se acaba de tatuar los labios.
—Huy Juana, qué bien, que guapa me veo.
—Sí, sí. Tú guapa. Pelo ahola tú no comel nada flío ni caliente, una semana no comel.
—¿Cómo dices?
—No comel una semana. Flío o calol no comel.
—¿Que no puedo comer en una semanaaaaa?
—Sí, sí, jaja. No comel.
—¿Pero una semana entera tengo que estar en ayunaaaas?
—Sí, sí.
—¡¡Pero cómo voy a estar una semana sin comer!!
—Sí, sí, jaja. Adiós adiós.
—Ay hija mía, ¡pero que me voy a morir de hambre!
—Sí, sí. No comel, jajaja. Adiós.
—Ay la virgen, que si lo llego a saber, no lo hago, qué barbaridad. ¡¡¡Que me va a dar un patatús!!!
—Sí, sí, patatús bien. Adiós adiós. Hasta plóxima.
—Eso si sobrevivo, Jesús, cuando se lo diga a mi marido, me mata.


1 comentario:

  1. ¿tú exageras,no?Que conste que entendería la licencia, porque hacía tiempo que no me reía con un blog.

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