Pizza para todos

Sentados en la barra de una pizzeria, esperando a que nos toque la mesa. Supuestamente, hay una lista de espera. La dueña está detrás de la barra cuidando del negocio, y la camarera va y viene entre las mesas. Se arma un pequeño lío:
—Oye, a ver, la mesa de Bárbara ¿cuántos son? pregunta la dueña.
—Son diez, pero han dicho que igual eran cinco pero que llamarían para avisar.
—¿Y han llamado?
—No.
—Pues entonces son diez. Tú guarda para diez personas y al final ya veremos si son cinco.
—Ya pero ¿y si vienen cinco? Tengo a esta gente esperando para sentarse...
—¿Pero esta es Bárbara?
—No, esta es María, que son tres.
—Pues que se sienten en la mesa de Bárbara.
—¿Y si al final son diez?
—Dios proveerá.
María que son tres se sienta en la mesa de Bárbara que son diez. O cinco. La que se va a liar como sean diez, el sitio es minúsculo.
La dueña mientras tanto ha ido recogiendo las cuentas y tirando el cambio en el bote, un poco al tuntún. Se nota que es una profesional. La camarera vuelve hacia la barra.
—Jefa, ¿me pasa el cambio de la seis?
—Hmmmm espera.
Coge un platillo con unas monedas y se lo pasa. La camarera se va, vuelve.
—Que me ha dado el cambio de la dos.
—Cojones ¿qué he hecho? (Pues tirarlo al bote, que lo hemos visto).... Oye, que la seis no tenía cambio, que lo han dado justo.
—Que no, que le he traido dos cuentas y la seis tenía cambio.
—¡¡¡¡Es que me pones de los nervios, que vas como una moto!!! Que te piensas que soy una máquina, que vas tan rápido que no me das tiempo a pensar.
Mujer, que tiene usted seis mesas, ni que fuera esto el Palacio de la Hamburguesa. Y el menú es pizza o pizza, vamos, que no hay que ser un gran matemático.
Al final, cuando estamos acabando de comer, llega el grupo de Bárbara. Los cuento. Son diez, ni uno más ni uno menos. Claro, como no han llamado... La camarera se las ingenia para colocarlos, estrujando a todo el mundo, con las consiguientes protestas de la concurrencia. Uno se me sienta prácticamente encima así que decidimos irnos:
—Oye ¿me cobras? Es que nos vamos porque estoy incomodísima.
—Ya, ya lo he visto (como para no haberlo visto; si hasta mi acompañante tiene la visión de unos michelines que no son mios saliendo de mi espalda)
—Claro, y te ha dado igual. Y a tu jefa más.
Si la pizzeria les va mal, siempre se pueden dedicar a ganar concursos de a ver quien coloca más gente dentro de un seiscientos. Seguro que ganan.

1 comentario:

  1. Pero que tino tienes para elegir donde comer ¿eh?
    Que no yerras nunca...

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