Tortilla sin pan

Comer sin pan es tarea difícil en ciertos lugares, concretamente en un bar de tapas de Madrid de cuyo nombre no quiero acordarme.
—¿Me pone una tapa de tortilla de patatas?
—No queda.
—Pero si la estoy viendo allí.
—Ya, pero no hay pan.
—Da igual. Sólo quiero la tortilla.
—Es que no hay pan.
—Que no pasa nada, no hace falta.
—Sí, pero no hay pan.
—¡Que yo no quiero pan, que me traiga sólo la tortilla!
—Bueno, si se empeña. Pero pan no habrá.
La tortilla está muy buena y me la acabo en un plis. Me voy a arriesgar a pedir otro trozo. Pruebo suerte con otro camarero.
—¿Me trae otro trozo de tortilla?
—Pues es que no queda pan.
—Y dale. Que no quiero pan, que me como la tortilla sin pan.
—Tortilla sin pan, pues no sé yo....
—De verdad, que no quiero pan. Tráigame la tortilla.
Cuando llega la cuenta, oh sorpresa: me cobran dos de tortilla y ¡¡dos de pan!!
—Oiga, ¿¿¿pero cómo me cobra el pan???
—¿Qué pasa?
—Pues que le recuerdo que no había.
—Siempre ponemos pan con la tortilla.
—Mire, no me toque los huevos. Haga el favor de cobrarme la tortilla y métase el pan por donde le quepa.

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