Por caridad, déjame bien!!!!!!!

Recibo un mail de mi amiga Vaquita que me pide que la recomiende para un puesto de trabajo.

La chica que te llamará se llama T de la empresa se llama XX. No se qué tipo de preguntas te harán. Con que digas que ni me drogo ni bebo en exceso creo que bastará. Te he localizado por Facebook y no compartimos ni ovillos de lana ni comidas llenas de cotis.
Ahí te mando el párrafo donde aparece mi experiencia contigo. Como ves, escueto:
• Assistant del Departamento de Filigranas y  Remiendos
• Recepcionista y para cañonazos

Como efectivamente fui su jefa durante un breve y azaroso periodo de tiempo, el favor es mínimo.
Esta mañana suena el teléfono:
¿MM?
Mismamente.
Mire que estamos haciendo el proceso de selección de la señora Vaquita y nos ha pasado su nombre para que nos dé algunas referencias.
Vaquita, hmmm. Sí, la recuerdo, claro, una chica muy maja, efectivamente, trabajó conmigo una temporada, hace muchos años….
Era su assistant, ¿no?
¿Taxista? (hay ruido de fondo y no oigo bien)
Sí, eso pone en su curriculum. Assistant.
¿Pero cómo taxista?
“¡SU ASSISTANT!”: Assistant del Departamento de Filigranas. Eso dice.
Ahhhh, síííí, claroooo, eso sí. (Glups, sí que empiezo bien). Yo llevaba el Departamento y ella estaba en recepción y entonces hubo una vacante y como era una chica muy resolutiva, muy eficiente, hablaba varios idiomas y daba hasta volteretas, pedí que subiera a ayudarme.
¿Y trabajaba bien?
Huy, maravillosamente. Cosa mala.
¿Y volvería a trabajar con ella?
Me lo ha quitado de la boca.
Bueno, parece que lo he arreglado. Llamo a Vaquita.
Vaquita, me debes un pack de yogures.
Qué rapidez, si acabo de llamar a la chica.
Pues ya ves. Te he dejado a la altura de la luna.
¿Qué le has dicho?
De todo y más.
No tengo más remedio que explicarle la confusión. Se mea.
No sé qué me ha pasado, se me han cruzado los cables.
―!Jaja! En cualquier caso, mentiras no has dicho ni una.
Ni una, efectivamente. He sido la sinceridad personificada. Por cierto ¿le has dado más nombres para que llamen?
Bueno, el de Don Llagosto no, que está el señor muy mayor y además la tendría tres horas al teléfono y me sabe mal por ella.
Qué buena eres. Además, Don Llagosto fue a tu boda. Claro que yo también fui... ¡Cuánta corrupción!
Total.
¿Y tu otro jefe, Don Tamagotchi?
Sí, ese sí. Pero le tengo que avisar.
Sí, mejor avísale, no vaya a decir una barbaridad. Que si yo siendo tu amiga te he confundido con El Fary, él es capaz de decir que eras la que llevaba el camión.

Tecnología punta II

Después de 4 meses de arduas negociaciones, hemos conseguido que una empresa nos pague una indemnización de 40.000 €. En los tiempos que corren, cualquier dinero es bienvenido así que de prisa y corriendo tengo que facilitar nuestro número de cuenta para que hagan el ingreso. Paso por contabilidad para que me pasen los datos:
―¿Los datos de nuestra cuenta de ingresos?
―Sí, los que das cuando mandas una factura. ¿Me los pasas por mail?
―Huy, es que así no lo tengo. Nosotros pegamos una etiqueta en las facturas...
―Venga, dame la etiqueta y hago un traspaso de datos vía sanguínea.
Me voy con la etiqueta llena de números pegada en un dedo.Tendré que picar a mano, con lo disléxica que soy para estas cosas, que para picar un número de teléfono correctamente tengo que hacerlo unas 10 veces hasta que me sale…Como me equivoque...
Y con la de cosas que se han inventado, ¿no sería posible pegar la etiqueta en la pantalla y hacer Enviar?

Por un quìtame de ahí esa aguja

Estoy en el hospital, tienen que hacerme una resonancia magnética con contraste. La cita era a las 14h15 pero cuando me llaman son las 15 pasadas y la sala de espera está repleta. La enfermera me hace entrar en un vestidor para que me cambie.
-Dése prisa, que llevamos mucho retraso.
-Ya, ya. A mi me lo va a contar.
Paso a la sala de la resonancia, me tumbo en la máquina. La enfermera me abre una vía en el brazo izquierdo para inyectar el líquido de contraste, y la cubre con un grueso esparadrapo, todo muy rápido.
-Oiga, ¡que me ha hecho daño!
-Lo siento, es que he ido un poco de prisa.
Empieza la sesión. Cuarenta minutos después, el médico que me ha hecho la resonancia me saca de ahí.
-Ya está. Váyase a vestir que ahora le sacarán la aguja.
-¿Pero no me la pueden quitar ahora, que me duele?
-Enseguida va alguien.
Me voy al vestidor con la aguja colgando del brazo. Me saco la bata, intento vestirme, pero no puedo doblar el brazo o me clavaré la aguja. Logro ponerme los pantalones con los brazos estirados, los zapatos también, y con dificultades, consigo ponerme la camiseta. Salgo al pasillo. No se ve a nadie.
-Oigaaaa, ¿puede venir alguien?
No me contestan. Entro de nuevo en el vestidor y espero. A los diez minutos, me asomo de nuevo. ¿Pero no tienen a tantìsima gente esperando? ¿Qué hacen?
-¡¡¡¡Que ya estooooy!!!!
Ni caso. Dos salas de resonancia sin ocupar, ni una sola enfermera a la vista, la sala de ordenadores vacìa, y un tropel de personas esperando afuera.
-!!!!Eooooo!!! ¿¿Hay alguien ahíííí???
Finalmente, se asoma el médico.
-¿Qué le pasa? ¿Qué son esos gritos?
-No grito. Aúllo. Que a ver si viene alguien.
-¿Pero usted ya ha acabado de vestirse?
-Acabaría mejor si pudiera doblar el brazo, pero como estoy aquí tipo yonqui, pues es difìcil.
-Ah, que no le han quitado eso todavía.
-Pues no, y si me quisiera poner un piercing, me lo pondría en otro sitio.
-Bueno, bueno, que tampoco hace falta ponerse así.
-¿¿Ah no?? Intente usted ponerse un sujetador con los brazos estirados, a ver si puede. Y si puede, me avisa.

Lumbreras

En mi empresa, regularmente, tenemos que hacer envíos de muestras. Lo que yo me pregunto es si alguna vez llegan a salir de la oficina.
―A ver Maria Paquetes, ¿te acuerdas del paquete de libros de muestra que están pendientes de envío? ¿Los libros de Calatrava?
―Bueno, no sé, yo tengo un paquete ahí pendiente, pero no sé si son de Calatrava.
―Sí, es ese.
―Aaaaaah, ¿ese paquete que estaba aquí en mi despacho?
―Sí.
―Bueno pero yo ese ya lo envié.
―Que no, que hay un paquete con libros que no has enviado, que me lo preguntaste el otro día porque no sabías qué hacer con él.
―Aaaahh. Pues sí, los libros ahí les tengo, pero no sé si son los que tú dices del Calatrava ese.
―Hombre, el otro día eran esos, no creo que haya cambiado por arte de birlibirloque.
―A ver…. bueno, aquí dice Calatrava, no sé si serán esos.
―Son esos, a menos que hayas codigo otros y les hayas intercambiado las tapas. Vale, pues ya los puedes enviar. Tienen que ser 20 ejemplares.
―Uff, es que yo no sé cuántos hay, porque el otro día Fulanito me pidió unos cuantos, Sutanito otros, y además como no me habéis dicho cuántos hay que enviar, pues yo no sé cuántos hay.
―A ver, hay que enviar 20, te lo estoy diciendo.
―Ya, pero como Sutanito se llevó unos cuantos, pues no sé yo qué hay que hacer.
―Maria Paquetes, que te lo acabo de decir, que hay que mandar 20. Si no tienes 20, no pasa nada, coges los que hay ahora, pides al almacén los que faltan y los mandas.
―Ya, pero como Fulanito ha cogido unos cuantos, pues claro, ahora los tengo que contar porque no sé yo cuántos quedan, entonces tendré que añadir los que faltan y enviarlos y entonces pues es que no sé yo cuántos hay que mandar ni cuántos hay que pedir.
―A ver (suspiro). Es muy fácil. Cuentas cuántos hay y pides los que te faltan para llegar a 20.
―Ya, claro pero como faltan algunos, pues no sé si hay los que habían, pero bueno, ahora lo miro.
―Gracias.
―Oye ¿y seguro que hay que enviarlos eh?
―Seguro.
Dios, dame paciencia
God, give me patience
Igual si lo digo en varios idiomas, tengo ración doble.

Métodos disuasorios

Suena el teléfono fijo en el peor momento, pero la inercia hace que descuelgue:
¿Qué?
Una voz entusiasta como pocas me contesta:
—¡¡¡Señora!!! Usted es cliente de Movistar desde hace muchos años, una excelentísima cliente ¿no es así? Permítame que la moleste para ofre....
—Perdona, pero no.
—¿No le interesa que le rebajemos su factura?
—Interesarme me interesa, pero ahora tengo mucha prisa y no estoy para ofertas de pacotilla.
—Pero, espere, bueno, si es sólo un seg...
—Adiós.
Cuelgo. Qué borde he sido, la verdad, pero es que lo he intentado todo y de todas las maneras para cortar este tipo de llamadas:

—La señora M?
—No está, soy la canguro.
—¿Y cuando la puedo encontrar?
—Huy, es muy dificil, la señora nunca está en casa. Es que este crío, sabe usted, no hay quien lo aguante.

—Buenas noches, ¿hablo con la señora de la casa?
—No, está de viaje.
—Ah y cuándo vuelve la señora?
—Pues no lo sé, espero que nunca. Yo es que soy un okupa.

—Disculpe que le moleste, ¿sabe usted que tenemos una oferta maravillosaespectacular que hará que pague mucho menos por su conexión a Internet?
—Ah pues es que a mi me lo paga mi ex-marido y ya me gusta que pague más, si puede ser el triple, mejor. Llámeme cuando tenga una oferta así.

—Es usted la señora M?
—No, soy la señora de la limpieza.
—¿Y quien lleva el tema de Internet?
—Ella, ella. Yo sólo llevo el tema mocho.

El círculo

Sí, ya lo sé, quejarse de cómo te atienden los operadores de telefonía móvil está más visto que el TBO, pero no me puedo callar. Ayer me llega una factura de 10,62 € que dice: diferencia por consumo mínimo 9 €. Más iva: 10,62 €. Mierda. Se me ha acabado la promoción un año sin coste mínimo y los muy cabrones no me han avisado. El móvil es el secundario, no lo uso nunca así que llamo al 1004 para anular el contrato. Al cuarto intento, después de navegar por múltiples opciones, por fin me contesta un ser humano:
―Buenos días, ¿para qué número está usted solicitando el servicio?
―Para el tal y cual.
―¿Es usted la titular de la línea?
―La misma.
―¿Y su nombre?
―M.B.
―¿Y su DNI?
―XXX.
―¿La letra del NIF se la sabe?
―Hija de mi vida ¿por qué no me preguntas todo de golpe, ganaríamos unos minutos? Es la letra D.
―De acuerdo, gracias. Espere que hago una comprobaciones.
―¡Pero si todavía no te he explicado qué quiero!
―Es rutinario.
Bueno pues venga, yo mientras tanto comprobaré como tengo el depósito de paciencia.
―Ya está, gracias por esperar. Dígame qué se le ofrece.
―Pues mira, que yo tenía un contrato tal que así, que no tenía que pagar consumo mínimo, y de repente me llega una factura de 10 €, así que quiero darme de baja y cambiar a tarjeta.
―Ah, pues aquí no es. Tendrá que llamar al 224472.
Empezamos bien. Miro el depósito. Ha bajado un poco pero todavía me queda bastante. Marco el número que me han dado.
―Buenos días, ¿para qué número está usted solicitando el servicio?
―Para el tal y cual.
―¿Y su nom…
―Y mi nombre es M.B., y el NIF es XXX, y la letra, la D, y sí soy la titular, y sí me espero a que compruebe unos datos.
―Mujer...
―Mujer precavida vale por dos. Te explico qué quiero: bla bla bla.
―Ah, pues eso aquí no es. Aquí sólo es portabilidad.
―¿Cómo que no es? ¡¡Si me han dado este número en el 1004!!!!
―Pues mi compañera se habrá equivocado.
―¡¡¡Pues su compañera es TONTA!!!
El depósito está bajando a marchas forzadas...
―Bueno, no se apure, yo le puedo pasar con alguien del 1004 directamente, y le explico la situación.
―A ver si es verdad…
Me armo de paciencia y espero, a pesar de la musiquita de fondo especial para que cuelgues.
―Buenos días, ¿su nombre por favor?
―Por dios, ¡¡el mismo que antes!! ¿Pero no te lo ha dicho tu compañera?
―Es rutinario, para saber cómo dirigirme a ud.
―Pues mira qué bien, háblame de tú y acabamos antes. ¿Puedes cambiarme el contrato sí o no?
―A ver un momento que compruebo unos datos…. Hmmm ¿Usted, digooo, tú quieres darte de baja, o cambiar a tarjeta, o quieres que te mire si hay otra promoción?
―Bueno, si la hay vale, pero si no, me doy de baja.
―Es que las promociones las puedo ver yo, pero la baja es el 1004.
―¡¡Pero si el 1004 es dónde he llamado al principio!!!
―Pues así es. Yo si quieres te miro las promociones.
Le digo que sí. Compro mentalmente una dosis de paciencia para no quedarme en reserva.
―Ya lo he mirado, gracias por la espera. No hay nada ahora mismo, pero dentro de seis meses seguramente volverá a salir la misma promoción sin consumo mínimo, si quieres te avisamos.
―¿¿Seis meses?? ¡Ni hablar! Me doy de baja.
―Pues te paso a otra compañera.
―Pues venga, a ver si con un poco de suerte, me pasas a la primera de todas y le digo cuatro cosas.
Porque por mi que son los mismos y se van pasando el teléfono para fastidiar al consumidor. Y es que que yo también he jugado a esto en mis tiempos de administrativa: cuando preguntaban por el señor Director y yo contestaba, decía muy amablemente: "huy espere un momento que le paso con la secretaria", que era la colega que se sentaba en frente, y ella decía: "huy un segundo que le paso con la assistant", y entonces ella me lo volvía a pasar, yo impostaba la voz y decía: "pues ahora el señor Director no está pero si quiere le paso a su secretaria y le deja un mensaje", y así nos tirábamos un buen rato las dos muertas de risa.
Pues así creo que lo hacen ellos también, porque pensándolo bien, vaya trabajito.

Ante todo, sinceridad

Estamos de visita turística en una cueva. La visita es guiada y el guía es un pimpollo con pinta de chulillo, que va soltando el rollo de memoria: las estalactitas son las que vienen del techo y las estalagmitas las que vienen del suelo, por aquí pasaba un río subterráneo y por eso se formó la cueva, la temperatura es fija todo el año, los agujeros indican que por ahí había un remolino, cuidado que nadie resbale y se estampe, ojo con el techo que aquí está muy bajo, etc…. Llegamos casi al final de la cueva, y ahí nos dice que nos reserva una sorpresa. Enciende unas luces teatreras y suelta solemnemente:
―Esta sala, señores, es la sala de las estalactitas excéntricas.
―Aaaaaah. ¿Y eso qué es lo que es?
Se queda un segundo pensando y arranca:
―Bueno, pues eso que ven aquí son formaciones que salen disparadas hacia los lados y que se producen cuando... el aire hmmm... el aire sopla.... bueno no eso no era, creo que es ... a ver un momento que me aclare..., que me parece que esto era cuando el agua se encuentra con... ¿con qué era que no me acuerdo?... hmmmm las excéntricas se hacen porque el agua cae ¿no? y la gota que se cae pues claro se va para un lado porque, hmmm....
Todo el mundo calla, esperando que prosiga.


―Bueno la verdad, es que llevo cuatro días trabajando aquí y esta parte ni me la sé ni la entiendo, así que hala, todos andando que la última sala sí que me la sé.